domingo, 19 de febrero de 2012


Saña
Cuando fue fundada, por disposición del virrey Diego López de Zúñiga, conde de Nieva, la otrora Villa de Santiago de Miraflores, hoy Saña, no podía imaginar el destino singular que la esperaba y haría que ciento sesenta años después empezara a ser conocida con el espectral nombre de “ciudad fantasma”.

En aquel tiempo, Saña pertenecía al corregimiento de Trujillo y en sus términos empezaban a instalarse numerosas familias de hacendados que con su riqueza dotarían a la ciudad de bellas mansiones y contribuirían al esplendor de los varios templos y conventos que edificaron las varias congregaciones asentadas en el lugar.

La historia moderna de Saña comienza cuando en 1536 las comarcas de Mocupe y Saña son encomendadas por Francisco Pizarro al capitán Félix Alonso Morales. Con el correr de los años, y como la encomienda prosperara, se hizo necesario crear un pueblo de españoles, y así, el 29 de noviembre de 1563, el capitán Baltazar Rodríguez cumplió el encargo de fundar, en el emplazamiento del Tambo Real del Valle de Saña, la villa de Santiago de Miraflores.     

La nueva población estaba ubicada en un fértil valle, cuya posición estratégica entre los de Jequetepeque y Lambayeque, como punto de encuentro de caminos que cruzaban el desierto y se internaban en la sierra, y salida natural de Cajamarca hacia la costa, era reconocida desde antes de la invasión hispana. No resultaba extraño, por eso, que el valle contase con obras de irrigación y que los nuevos dueños del país lo encontraran adecuado para asentarse en él, ahora bajo los términos de las ocupaciones hispanas. Ahora, además, sería un lugar intermedio entre los dos asentamientos hispanos más importantes de la costa norte: Trujillo y Piura. Para dar una idea de la riqueza agrícola de la comarca, basta decir que en u territorio estaban las que luego se llamarían haciendas Tumán, Pucalá y Cayaltí.

El florecimiento de Saña, después de unos inicios modestos, fue muy rápido, y aunque experimentó muchas vicisitudes durante su relativamente corta vida, las más importantes fueron su saqueo por parte del pirata flamenco Eduard David, y, por supuesto, la creciente del río que la arrasó en 1720 y acabó con sus posibilidades de ser la segunda ciudad del Perú. El primer hecho ocurrió el 3 de marzo de 1686, cuando alrededor de doscientos piratas tomaron tierra en la desembocadura del río Saña, junto al puerto de Chérrepe, enrumbaron al interior y se apoderaron d la ciudad, cometiendo numerosas tropelías y apoderándose de un botín de al menos 200 000 pesos.




Para este tiempo, Saña tenía ya fama no sólo de rica, sino también de disoluta. Algunos culpaban de ese relajamiento a los propietarios de los numerosos africanos y sus descendientes que trabajaban las haciendas del valle, quienes permitían que los esclavos conservaran sus “relajadas” costumbres y creencias, las cuales, por lo demás eran imitadas por sus dueños. De ahí que cuando se registró el saqueo, y todavía más al producirse la ruinosa inundación, las gentes atribuyeran a esos sucesos la condición de castigos divinos por tan liviana moral. 

1 comentario:

  1. Saña hubiera sido la segunda ciudad mas importante de nuestro Perú.

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