LAS TUMBAS REALES DE SIPÁN
Se conoce
con este nombre a un pequeño centro
poblado anexo a la extensa cooperativa azucarera de Pomalca y emplazado en la
sección media del valle de Lambayeque.
El monumento arqueológico de Sipán, conocido
localmente como Huaca Rajada, se compone de dos grandes estructuras piramidales
de adobe que, debido a la erosión, hoy parecen montañas de barro que emergen
entre las plantaciones de caña. Estas
edificaciones dominan el paisaje y están alineadas de oeste a este.
Las dos
construcciones principales presentan una planta más o menos cuadrangular y se
encuentran separadas por un espacio central de aproximadamente sesenta metros
que semeja un patio o una plaza.
La
edificación ubicada hacia el oeste ocupa un área aproximadamente de 20,000 m2-
140 m por lado- y alcanza una altura máxima de 35 metros. El segundo edificio, cuya forma piramidal
esta mejor definida, cubre un área de aproximadamente 5,000 m2- 70 m por lado- y alcanza una altura promedio de 37 metros. Todo el conjunto orienta su frente hacia el
norte, donde existe un juego de plataformas menores las que habrían funcionado
como accesos.
El examen
del basamento de las pirámides y las huellas de ampliaciones sucesivas indican
que ambas fueron erigidas sobre un terreno llano, lo que habría demandado una
impresionante inversión de labor constructiva.
Así, la pequeña laguna ubicada al lado sur es resultado de la extracción del material arcilloso, utilizado
para confeccionar los millares de adobes empleados a lo largo de muchos años y
quizás generaciones, en la construcción de las pirámides.
El descubrimiento de las tumbas
reales de Sipán
A comienzos
de 1987, una verdadera fiebre de oro conmocionó el tranquilo pueblo de Sipán,
pequeña villa rural rodeada de campos de cultivo de caña de azúcar en el cálido
valle de Lambayeque. Decenas de campesinos de las localidades vecinas, hombres,
mujeres y niños armados con palas, cedazos, cualquier herramienta o sólo sus
manos hurgaban en la tierra, en busca de
fragmentos metálicos en las faldas de una antigua plataforma de adobe. Pocos días antes en ese mismo, un grupo de
saqueadores de tumbas prehispánicas conocidos como huaqueros, había profanado
la rica tumba de algún personaje importante de antigua cultura Moche o Mochica,
que se desarrollo en la región entre los siglos I y VI d C. Uno de los grupos de pizas arqueológicas
extraídas de Sipán fue requisado por la policía en la casa de uno de los
integrantes de la banda de huaqueros. Verificada la magnitud del saqueo y la
importancia de las piezas, la singularidad de las representaciones, la calidad
artística y la perfección de la técnica metalúrgica, no nos cupo duda alguna de
que se trataba de la recuperación más importante de piezas arqueológicas de los
últimos años. A la vez, nuestro
conocimiento de las antiguas culturas del norte peruano nos permitió comprender
que estas piezas resultaban ser sólo una parte de los ornamentos mayores de un entierro real. Y que, si en ese lugar existía una tumba,
cabía la posibilidad de encontrar otra aún intacta.
Ante el
bárbaro accionar de los saqueadores de la tumba de Sipán, la policía emprendía
sus primeros patrullajes en el pueblo, fue entonces cuando en abril de 1987, en
una precaria tienda, se instalo un pequeño equipo de trabajo acompañados por
policías, por lo que meses más tarde condujeron a uno de los hallazgos mas
grandes e importante de la arqueología
del Nuevo Mundo: la cámara funeraria intacta de un importante señor moche.
Por primera
vez la ciencia tenía acceso al contexto completo de una tumba intacta del más
alto rango de las culturas del antiguo Perú, con la inapreciable información
sobre la organización social, religión y sistema de vida que correspondieron a
sus ocupantes.
Ocho
esqueletos de sirvientes, concubinas y guerreros rodeaban un ataúd de madera
que contenían los restos del principal ocupante de la tumba, acompañado de su
tesoro de ornamentos, tocados, emblemas y atuendos de oro, cobre dorado y
piedras semipreciosa. Estos objetos que
de por si son verdadero compendio de exquisito arte y técnica metalúrgica,
constituyeron un símbolo de poder para un dignatario muerto hace mil seiscientos años, a quien hemos venido
llamando Señor de Sipán.
¿Quién fue el señor de Sipán?
Nunca antes
se había documentado arqueológicamente un entierro semejante y, menos aun uno
que contuviera ornamentos y atuendos de tan refinada calidad artística. Al término de la recuperación, no nos queda
la menor duda que nos encontramos frente al entierro de uno de los hombres más
importantes de su sociedad y su tiempo.
El arte
mochica, esencialmente figurativo y religioso, nos ha dejado un impresionante
bagaje de imágenes y representaciones que parecen restringirse a temas o
escenas más o menos recurrentes donde
figuran y actúan personajes reales o sobrenaturales (hombres con atributos de animales, animales mitológicos o plantas,
frutos y artefactos animados). Entre los
más destacados protagonistas de esa iconografía se encuentra un personaje que
recibe ofrendas, honores y deferencias a su alta investidura y preside o
conduce todo evento o ceremonia importante.
Sorprendentemente muchos de los atributos, emblemas e insignias
representados en esa iconografía son semejantes a los descubiertos en la tumba
de Sipán. Los especialistas han llamado
a este personaje “Ser Radiante” o “Guerrero Sacerdote”. Nosotros le llamamos
Señor en alusión a su rol ambivalente y a la naturaleza de las formaciones
sociopolíticas de la costa norte.
Los emblemas
de mando, insignias y ornamentos
cargados de simbología militar que fueron hallados en la tumba regia,
así como los acompañantes, armas y las imágenes que figuran en la cerámica
recuperada en ese sitio, nos llevan a conocer la indudable y primordial
autoridad militar del Señor de Sipán. Sin embargo, se puede afirmar que, más
allá que de esa primera constatación, nuestro personaje ostentaba una triple
autoridad: militar, religiosa y civil.
El juego de
tocados radiantes y sus posibles combinaciones militares, que aparecen en las
escenas de combate y sacrificio de la iconografía moche vuelve a encontrarse en
el personaje “Solar” y guerrero que
restablece el orden de las escenas de “rebelión de los artefactos”, el cual
esta comandado por el hombre-pájaro (Señor de la Noche). La alusión al mantenimiento de este necesario
orden y equilibrio parece en verdad tocar la principal función sacra del
Señor. No en vano parte de sus
ornamentos y emblemas se refiere a la dualidad simbolizada por el oro
el señor de Sipan fue el maximo señor de nuestra cultura regional. fue tan importante que casi toda su vestimenta era de oro y lo mas alucinante es el collar de mani que tambien estaba hecho de oro y eso fue antes de la llegada de los españoles.
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